Castilla y León revive durante diez días al año,
cuando cierra su ciclo el invierno, la renovación de sus tradiciones espirituales, su forma de
expresión profunda, el alma que se encuentra con los orígenes, en el recuerdo a sus mayores, en
todos y cada uno de sus rincones más silenciosos.
Desde la expansión de los rigores de la Baja Edad Media,
el triunfo de una Iglesia militante, la plasmación en la calle de la Pasión
de Cristo, la existencia de una privilegiada Escuela Castellana, desde todos
esos instantes hay Semana Santa, y con ella procesiones, tiempos, instantes,
silencios, y música. Los hábitos son multicolores, las sensaciones se multiplican
en las calles y plazas de las antiguas villas y ciudades. Todo es diverso porque es
profundo y sorprendente. Existen grandes y reconocidas procesiones (Valladolid, Zamora,
León, Salamanca, Medina de Rioseco), pero en cada rincón de esta tierra, existe silencio,
austeridad y grandeza, para saludar el despunte de la primavera.
Valladolid. Espacio único de creación en torno a la Pasión.
La provincia de Valladolid, comenzando por la propia capital, es un espacio
único de celebración de las procesiones. Fue el nacimiento de las cofradías en torno a las
reliquias de la Pasión y la composición de los grandes pasos como auténticas escenas teatrales,
de la mano de los más grandes imagineros: Juan de Juni, Gregorio Fernández y su pléyade de
discípulos y de todos aquellos que siguieron los modelos creados por él. Semana Santa de
todos los días, no solamente en el Sermón de las Siete Palabras o en la Procesión General
del Viernes Santo, sino en las penumbras nocturnas, en el ir y venir de cofrades, los "capuchones",
con sus ciriales, portando los pasos, para hacer Estación ante el Santísimo Sacramento
en la Santa Iglesia Catedral. Es el Jueves Santo o de la Cena. Y la madre Dolorosa, la
Virgen de las Angustias, tallada por Juan de Juni, siguiendo según la tradición,
el angustioso final de su hija.
Pero junto a la ciudad que recibe, los grandes centros históricos
de la provincia, que configuran un espacio único de creación procesional. Medina de
Rioseco cuenta con el reconocimiento nacional en sus procesiones, con sus pasos portados
a hombros, en las del Mandato y del Dolor, con la salida emocionada de los conjuntos
escultóricos el "Longinos" y la "Escalera"; Medina del Campo y el eco de los
esplendores de la villa de las ferias; Villavicencio de los Caballeros y los
terciarios franciscanos que reviven la Pasión; Peñafiel y la Bajada del Ángel,
como acto de aquel teatro dramático; Nava del Rey y su Jesús Nazareno junto
a su parroquia catedralicia.
Zamora. El reencuentro con la vida, el camino de la muerte.
La Semana Santa en tierras de Zamora es una oportunidad para el
reencuentro de sus hijos con los orígenes de su nacimiento. La ciudad celebra
procesiones de Pasión desde el siglo XIII y ya, en el tránsito hacia la época
moderna, se desarrollaron las grandes cofradías. Habrá que esperar al siglo XIX
y principios del XX para comenzar su recuperación, muy especialmente de la mano
de sus maestros imagineros contemporáneos como Ramón Álvarez, Ramón Núñez o Mariano
Benlliure. Son las procesiones de los momentos, el Juramento del silencio ante el
Cristo de las Injurias el Miércoles Santo, el rezo del Miserere ante el Cristo
Yacente o la salida del paso Camino del Calvario, conocido popularmente como el
"Cinco de copas" por la disposición de las tallas en la composición, como en la
carta de la baraja. Es la participación popular, convocados los cofrades con
El Merlú o encabezados en los cortejos con El Barandales. A la capital se unen
la histórica Toro con su Hermandad de Nuestro Padre Jesús de Nazareno.
En Bercianos de Aliste, cada Viernes Santo Cristo es enterrado por cofrades
vestidos con sus propias mortajas. Los paisanos se cubrían con sus capas pardas alistanas.
León. La fuerza de los papones.
En la ciudad de León se celebran procesiones desde el siglo XV, después
consolidada con cofradías como la de "El Dulce Nombre de Jesús Nazareno".
Tres son las históricas que sobreviven, las llamadas "negras" Actualmente los "papones",
nombre leonés de los cofrades, alumbran a un centenar de pasos. Es también el caluroso ambiente
de los cortejos, repartidos por el Barrio Húmedo, tomando la limonada y disfrutando del bacalao.
El Viernes Santo la citada cofradía del "Dulce Nombre de Jesús" protagoniza la procesión de los
pasos, después de haber hecho durante la noche la "Ronda", convocando a los
"hermanitos de Jesús". Además de las obras de la escuela de Juni, Pedro de la Cuadra,
Gregorio Fernández o Francisco Díaz de Tudanca, destaca como imaginero de estas procesiones
el más contemporáneo Víctor de los Ríos. Fuera de las guías espirituales
está la procesión profana del "Genarín".
Salamanca. La Pasión del Plateresco.
Las primeras cofradías de la ciudad se dedicaban a la veneración
de las reliquias de la Pasión y a la asistencia a los más necesitados. Tras aquellos
esplendores del siglo XVI, se recupera la Pasión salmantina cuatro siglos después,
cuando se inicie un proceso de fundación de las nuevas cofradías. Devociones
concentradas en la Virgen de los Cuchillos o en las tallas del escultor navarrés
Luis Salvador Carmona, a través de un marco histórico incomparable. No falta la
escenificación del "Desenclavo", junto a la Catedral, convertido de nuevo, en un
acto de aquellos episodios dramáticos que representaban la Pasión de Cristo. Junto
a la capital salmantina, las celebraciones procesionales de La Alberca, con el
popular Juita, una grotesca talla barroca de un soldado que tira con una soga del
cuello del Nazareno ó Ledesma, donde se produce la tradición de "velar a los santos",
sin olvidar a Ciudad Rodrigo.
Las otras miradas. Por el alma de una tierra.
La recuperación de la Semana Santa burgalesa se produce a principios
del siglo XX, portando pasos de gran valor escultórico como "Jesús atado a la columna",
tallado por Diego de Siloe. Ávila celebra un Vía Crucis Penitencial el Viernes Santo,
alrededor de la muralla, mientras que el "Cristo de las Batallas" sale el día anterior,
iluminado por el fuego de las antorchas. Singular y de gran belleza es la Semana Santa
soriana, en localidades como Ágreda. Todas las cofradías de la ciudad de Segovia participan
en la llamada Procesión de los Pasos, mientras que la propia del barrio de Zamarramala será
la del "Santo Entierro" en la noche del Viernes Santo, a los pies del Alcázar, la iglesia de
la Vera Cruz y el citado barrio. Tallas de gran belleza se concentran en la procesión del
"Santo Entierro" de Palencia, aunque el día anterior ha salido la propia de la Vera Cruz.
Y como ocurre en Peñafiel, en Aranda de Duero se celebra la "Bajada del Ángel". Es el
anuncio de la vida. Es primavera en las tierras de León y de Castilla.
Fundación Villalar Castilla y León
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